Hace algunos años, yo era como la mayoría.
Hace algunos años, no me paraba a pensar seriamente que había más allá de las cómodas paredes de mi casa. Me limitaba a señalar los defectos de las cosas, pero no buscaba una manera de arreglarlas.
Solía pensar que la culpa era de los demás. Que las cosas no eran tan malas como las pintaban, y que el fallo estaba en aquellos que hacían las cosas mal. Cuando veía un problema, no buscaba la raíz del mismo, solo veía la oscura punta de iceberg que sobresalía de la enorme masa escondida. Tenía muchos prejuicios, muchas opiniones y muchos pensamientos movidos solo, por lo acomodado de mi situación. Era muy fácil, simplemente observaba las imágenes que aparecían por la televisión, en los periódicos, en internet, y dejaba que esa visión impregnase mi juicio. Veía mi vida, tan perfecta, tan establecida, tan correcta, que todo aquel que hiciese lo contrario, era malo.
Ahora, ya han pasado varios años desde que tuve mi primera toma de contacto real con el mundo que hay mas allá, y hablando en plata para que nos entendamos, aun conservo mi cartera y mi móvil.
Realmente, cuesta una barbaridad salir del cómodo cascaron que tenemos todos, y asomar la cabeza para ver qué es lo que se esconde. Perder los prejuicios y las ideas hechas es algo bastante difícil de hacer. Conlleva mucha meditación y tiempo, para convencerte de lo contrario a algo que se te ha establecido como equivocado.
Día a día, vemos como el mundo avanza a pasos agigantados sin pararse a mirar atrás. Y lo vemos en todos los aspectos (tecnológico, cultural, económico, político); pero lo peor de todo este avance, es que dejamos de lado el aspecto humano. El desarrollo de nuestra civilización, o del llamado “Estado de Bienestar” pasa por encima de los valores sociales que debemos respetar para conseguir una evolución sostenible.
Las tendencias actuales de la sociedad, deja poco margen para los que no ayudan a sostenerlo. A diario, vemos por todos los medios de comunicación, como la gente es pisoteada por el imparable avance de la sociedad. Creamos nuevos prejuicios, nuevas teorías y nuevos comportamientos, que se limitan únicamente a, como yo, señalar los fallos sin buscar las soluciones.
¿Qué nos está pasando? Por qué olvidamos, por qué miramos hacia otro lado, cerramos los ojos y nos encerramos. Por qué no queremos caer en la cuenta que nuestra posición de privilegiados, no está solo para disfrutarla, sino para hacer que los demás puedan conseguirlo también. Esa extraordinaria posición de la que gozamos, debería hacernos reflexionar y ver todo lo que hace que estemos ahí. No limitarnos a señalar con el dedo, sino levantarnos e intentar cambiarlo.
Para bien o para mal, todos estamos en el mismo bando. Y si todos nos dedicamos a estar sentados, el barco se hunde.
No quiero decir con esto que cojamos el mono, y construyamos una catedral de la noche a la mañana. Solo quiero hacer ver, que la venda en los ojos, no hace que los problemas desaparezcan por si solos. Si permanecemos de brazos cruzados, la bola seguirá creciendo cada vez más, hasta que llegue a ser insostenible.
Yo que puedo, que tengo medios, que tengo tiempo, que tengo fuerza, hago menos de lo que podría hacer, y no me justifico. Podría hacer mas, podría tener menos ideas preconcebidas, también tengo aun la venda sobre mis ojos. Pero quiero ver ¡¡
Esa es la cuestión, tu, que me has leído. Tú que sabes lo que hay, que sientes y oyes lo que se mueve bajo la superficie. Tú que puedes, y estas ahí, comienza a hacerte esta pregunta. ¿Quiero ver?
SI LO HACES, HABRÁS DADO EL PRIMER PARO PARA DESCUBRIR UN MUNDO LLENO DE MAGIA Y LUZ, DONDE ANTES PENSÁBAMOS QUE HABÍA OSCURIDAD Y BASURA.
¿QUIERES VER?
Comillus.